Si deseas aprender música y hacer de tu rutina una práctica constante y efectiva, incorpora estos consejos de Centro La fabrica a tus días de práctica diaria y pronto verás los beneficios:
1. Crea un ambiente
Consigue la configuración adecuada para ti. Tanto si prefieres concentrarte en una sala de práctica tranquila como en un lugar con más estímulos, intenta ser coherente con tu elección. Esto te ayudará a entrar en la mentalidad adecuada cuando empieces a practicar.
Asegúrate de tener cerca todo lo que necesitas: agua, bocadillos, lápices, sacapuntas, gomas, rotuladores, papel manuscrito… te ahorrará mucho tiempo. La tecnología también puede ser una ayuda increíble, siempre que no pases demasiado tiempo con ella. Por qué no descargar aplicaciones gratuitas que actúen como metrónomo, afinador o temporizador (todas ellas herramientas esenciales para practicar)?
2. Calentamiento
Al igual que un entrenamiento físico, el calentamiento es esencial. Pero no te limites a realizar siempre la misma rutina de calentamiento y dejes que tu mente se pierda: el calentamiento no consiste sólo en poner en movimiento los músculos. Tómalo como una oportunidad para preparar tu cuerpo y tu mente para el trabajo y haz un balance de cómo te sientes, cómo respiras, la tensión que mantiene tu cuerpo y por qué estás haciendo ese ejercicio en particular.
El calentamiento no tiene por qué consistir en 15 minutos de escalas; prueba con diferentes estudios técnicos o lecturas a primera vista. Si vas a hacer escalas, ten en cuenta las tonalidades de las piezas que estás ensayando. Y como enfriamiento, revisa una pieza musical que ya conozcas bien y disfrutes.
3. Ten un objetivo
Tocar toda tu música antigua no es lo mismo que practicar. Empieza con el fin en mente: si tienes un objetivo para cada sesión de práctica antes de empezar a tocar, verás que progresas mucho más rápido y eficazmente. A continuación, divide cada meta en objetivos más pequeños y específicos. Sentirás una gran sensación de logro al completar cada objetivo.
4. Sé realista
Todos crecimos con nuestros profesores diciéndonos «no lo dejes para la noche anterior». Todos hemos sido culpables de ello en algún momento, y si tenemos una parte intimidante que practicar, es fácil empujarla al fondo de nuestra mente. Sin embargo, es mucho más eficaz practicar poco y a menudo, e ir reduciendo poco a poco tu némesis día a día.
Se trata de calidad, no de cantidad. Si te propones practicar de forma más inteligente, no durante más tiempo, te encontrarás con mucha más fuerza de voluntad a la que recurrir. Si te fijas objetivos pequeños y realistas, verás que superas las áreas difíciles con mucha más facilidad, y será menos probable que te castigues por no completar absolutamente todo lo que habías planeado.
5. Identifica y supera los problemas
No te limites a tocar una pieza o un pasaje una y otra vez y, desde luego, no te limites a superar un área problemática e ignorarla. Identifica dónde te tropiezas con el tiempo o utilizas continuamente la digitación incorrecta, averigua por qué va mal y luego decide cómo vas a solucionarlo.
No todos los problemas deben abordarse de la misma manera. Si se trata de un problema rítmico, prueba a practicar el ritmo solo en una tabla o utilizando sólo una nota junto a un metrónomo para no tener que pensar también en las notas, empezando lentamente y aumentando el tempo gradualmente. Cuando domines el ritmo, te resultará mucho más fácil volver a introducir las notas. Cuando hayas superado el problema, no vuelvas directamente al principio de la pieza o el pasaje; practica el trabajo de entrada y salida de la frase desde unos compases antes hasta unos cuantos después, para asegurar la continuidad.